Era 1988 cuando Rod Álamos sintió una conexión profunda con el mar que cambiaría su vida. Fue surfeando su primera ola en las costas de Florida, USA, cuando ocurrió. Tenía 14 años, manos de carpintero y un amor genuino por la madera y darle forma.
La libertad que le entregaba el mar era un motor que no se apagaba nunca. Al volver a Chile, sin una tabla para surfear, empezó la búsqueda por encontrar una. Para su sorpresa, el surf en Chile aún no era conocido, nadie entendía de lo que hablaba.
Fue entonces cuando se dio cuenta que tenía que crear las tablas por sí mismo. Nunca pensó que abrir este nuevo rumbo, desconocido y fascinante, se convertiría en su pasión.
En Chile, en el surf, estaba todo por hacerse
En tiempos donde no existía internet ni mucho menos Youtube, buscó información en revistas de surf para entender cómo fabricar una tabla. Las fábricas de esa época eran herméticas con sus procesos y procedimientos, por ende, había muy poca información y fotos de los procesos. Las técnicas se traspasaron celosamente de generación en generación.
Rod no paró. Sin mucha información y en una búsqueda imparable por la capital del país, finalmente consiguió los materiales. Era 1991 cuando creó los primeros foams con una mezcla de poliuretano mal logrado que compró a una fábrica de colchones. De ahí en adelante, solo quedaba mejorar. Lo que vino fue la colaboración con múltiples amistades que lo ayudaron a perfeccionar sus tablas.
Uno de ellos fue su amigo Blas, dueño de una mueblería, quien lo ayudó a hacer las almas con madera de coihue. Luego junto a sus amigos Hugo y Mauricio Vargas (QEPD) formaron un equipo y lograron hacer las dos primeras tablas marca "Hydroactive". Un día vieron en los avisos económicos de un diario nacional "Vendo Clark Foam". Con esfuerzo compraron el primer foam con alma y pre-shape, lo cual facilitó el proceso.
Fue ahí cuando lograron hacer un shape más potable, pero aún no sabían laminar ni ocupar la resina. Le pidieron ayuda a un maestro que manufacturaba lavaderos y otros objetos de fibra, pero no era un experto laminando. Rod recuerda lo horribles que les quedaron los cantos. El maestro no ocupaba agente S para lijar, por lo que estuvieron varios días lijando quillas de madera.
Se fue a Brasil y aprendió de los maestros. “Me fui en bus, eran 2 días para allá y después 2 días de vuelta. Estuve varios meses juntando las chauchas y viajé con una mochila llena de galletas tritón, no tenía para más. Ahí tenía 19 años.”
Rod Álamos llegó a Brasil y decidió quedarse por 4 meses para aprender de los mejores. Eso, indudablemente, mejoró su técnica.
Siguiendo sus sueños, por muy difíciles que fueran
Para Rod, el oficio de crear tablas de surf o el “Shape” como es más conocido, siempre le resultó cómodo y relativamente fácil para las pocas herramientas que tenía. Heredó las manos de su abuelo carpintero, siendo sus primeros recuerdos de vida jugar bajo el banco de cepillado de su “Tata”, con viruta y aserrín. Amaba la madera y darle forma incluso antes de pensar en ser “shaper" o surfear.
En 1992 comenzó a viajar por Chile creando tablas para los mejores corredores de la época, entre ellos Harold Soto, Javier Romero y Felipe Varela.
Era 1993 y el negocio de las tablas andaba pero no le alcanzaba para mantener a su familia. Razón que lo llevó a trabajar en restaurantes por la noche y a fabricar tablas durante el día.
En el intertanto, como en Chile aún no se exportaban los materiales que necesitaba, viajaba a Brasil en bus a comprarlos. Recuerda que se traía el bus lleno de tablas “me decían de todo. Una vez me vine durmiendo en el pasillo y puse mis tablas en el asiento”.
Llegó a ganarse la primera licencia de Rip Curl en Sudamérica. Pensó que el negocio iba a despegar, pero no fue así, ya que los márgenes eran muy bajos y los pagos a muchos días, lo que lamentablemente, le causó la quiebra.
Respecto a esto comenta que “Uno tiene una sola vida y si vas a esperar otra vida para hacer lo que a ti te gusta no va a pasar. Ojalá que con tu hobby te de para vivir de eso, y si no, complementa con otra cosa”.
Siguió haciendo tablas a pedido hasta el año 2002, pero debido a la quiebra tuvo que dejarlo por completo y dedicarse a trabajar en restaurantes, hoteles y casinos para salir adelante durante un par de décadas. Pasaron los años y llegó la pandemia. Álamos cuenta con una sonrisa que fue gracias a eso que sus amigos lo empujaron a volver a hacer tablas. Así retomó su sueño: crear tablas de surf.
Si bien el camino no ha sido fácil, este 2024 se cumplirán 4 años desde que abrió su fábrica en Punta de Lobos. Desde 1991 Rod Alamos crea tablas de surf, para sentir cerca la libertad que nos entrega el mar.
Tablas, olas e inspiración
Hoy encontramos a Álamos en su taller en Pichilemu, rodeado de tablas, de sal e inspiración. Rodeado por su amor más grande: el mar. Detrás de sus manos de “shaper" hay una larga historia de derrotas, triunfos y fracasos.
En Wild Lama queremos inspirarte a que cada vez seas más auténtico, y para eso creemos importante contar historias reales, de personas que queriendo hacer las cosas diferente, persistieron y tornaron un sueño en una realidad.
La parte más bonita de tener un sueño es dedicar nuestra vida a cumplirlos, y aunque el camino no será perfecto, cada grieta, lo hará auténtico.
Por eso, Stay Wild. Aunque el camino sea duro.